En Palizada el tiempo parece haberse detenido, sus edificaciones con techos de teja de Marsella, su exuberante naturaleza y los Paliceños, conviven en una armonía que encanta. Antiguo puerto ribereño donde el intercambio comercial con Europa, de maderas de Palo de Tinte por tejas francesas, le dieron al lugar las características que hoy podemos apreciar. En sus alineadas callecitas, con casas de techos de teja a dos aguas, todavía se respira ese inigualable aroma de provincia. Palizada huele a chocolate y sabe a mango recién cortado.